Extraido de «La Nota Dura del Jefe»
Recuerdo hace ya varios años cuando me dedicaba al diseño de arte para DVD de conocida distribuidora de cine, mi segundo proyecto al entrar a trabajar a esa empresa fue crear el arte de una película mexicana con Julio Alemán. El diseño quedó muy bien, atractivo y fue impreso de inmediato para su distribución nacional. Meses después, un cliente que había comprado dicha película, marcó al corporativo para expresar su queja formalmente debido a que en las características especiales del DVD, decía que traía subtítulos en español e inglés, cuando no era así. ¿Cuál fue mi error? Haber tomado el cuadro de características especiales de un templete que usábamos para dichas portadas y, sin querer, no cambiarle los datos por los que correspondían. Para ese momento, todos: mi directora de arte, el director de mercadotecnia, el director general y el presidente de la empresa, así como yo, estábamos sorprendidos. A todos se nos fue dar con el error y la reimpresión de las portadas costó mucho dinero. No se llamó a recall los DVD que tenían el error, por ahí en alguna que otra tienda aún se podrá encontrar ese arte.
Esta historia la he utilizado a manera de introducción, para ejemplificar que un error se le va a cualquiera, lo importante es aprender de ello. A partir de ese momento, todos mis diseños los chequeo más de 2 veces al terminarlos y con precisión quirúrgica leo letra por letra. El asunto está en que hay empresas que no saben reaccionar ante una crisis de este tipo.
La editorial Penguin, con sede en Australia, imprimió su “Pasta Bible”, un recetario dedicado exclusivamente al tema de las pastas. Esto sonaba muy bien, el nombre es pregnante y la portada está muy atractiva como lo pueden apreciar, sin embargo, no se dieron cuenta que en la receta de Pasta con Sardinas, en lugar de escribir “salt and freshly ground black pepper” pusieron “salt and freshly ground black people” (sal y gente negra recién molida). Al igual que en mi historia inicial, quien se dio cuenta no fue un miembro de la editorial, sino una persona que había comprado el libro y que se mostraba sumamente indignado por el racismo de dicha frase. La editorial, por su parte, afirma que “debió haber descubierto el error, pero que lo consideraban tonto”, al referirse a que no es para tanto pues es evidente que se trata de un error de dedo y no de algo intencional. Sea como sea, les costó muy caro el chistecito: $20,000 dólares para la reimpresión de 7,000 copias. Además, han declarado que no van a hacer el recall de los libros con errores en las librerías pues eso les elevaría demasiado el costo.
¿Cuál es el riesgo más grande ante todo esto? El desprestigio a nivel imagen de esta editorial. Al declarar que les parecía un error tipográfico tonto y sin chiste, lo único que provocan es que la gente piense que no trabajan con seriedad y que, además, no toman en cuenta lo que sus lectores opinen. Gracias a las redes sociales, esta noticia se extendió por todo el mundo y, sin lugar a dudas, los ejemplares con errores valdrán ahora una fortuna. No sé por qué pero me recuerda a nuestros billetes de $100 que dicen “Sufragio electivo, no reelección”.
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